Surgiste del parto de un sueño noctámbulo,
de una pesadilla que interrumpió el desvelo de algún Dios sin párpados.
Triste quedó la penumbra cuando te vio partir
con tus maletas llenas de desencuentros.
"Y pensar que habías crecido gracias a la leche materna de la tierra ardiente"
se decía, así mismo, el creador de los tiempos.
Muy pocos apostaban por ti
y aún así, sobreviviste al mal augurio
Éste, quiso ser tu jefe, y marcarte una jornada
pero te revelaste con tus venas brotadas
y tus dientes afilados.
De tu rebeldía, emergieron tus alas rapaces,
volaste al norte de la nada, que se hace ver como el todo.
Desde hace lunas,
melancólica te veo volar en lo lejano,
pensando,
y esperando.
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