Olor a tierra mojada,
savia húmeda,
embebida de llanto interno
que cae de arriba hacia abajo,
de adentro hacia fuera,
que se inunda.
Alud de sensaciones
que se desprenden del gran monte,
desde la cúspide,
arrastrándolo todo,
desgarrando.
Y ruedo por la ladera de tus costados.
Me confundo entre el lodo
y la naturaleza que te envuelve.
Nos revolcamos en nosotros,
contra ambos.
Y ahora somos una sola cosa,
confusa,
que se desploma y que se crece,
a medida que el mundo gira.
Somos tierra.
Embarrados de vida.
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