Plenilunio

 

Olor a mar          

Tierra mojada          

Hierba recién cortada          

Leña ardiendo          

y almizcle  

Impregnan el lugar que ocupas.



El sol amanece en tu ojo que da al este de tu rostro

y alcanza su máxima altitud, haciendo mediodía,

justo en el centro de tu frente.


Y en tu otro ojo, que da al oeste, hace ocaso perfecto

cuando duermes,

si es que duermes…


El plenilunio sale por tu boca

sin importar que sea de día o de noche


Jamás menguará la luna.


Porque luz y penumbra hilan tu inquietud

la que permite que suba o baje las mareas.


Te envuelve un halo,

un huracán.

Ráfagas de vientos dulces y amargos te rodean.

Tú estás en el vórtice de ti mismo.


En una lucha entre las fuerzas centrífugas 

y centrípetas de tu mente eterna.


El origen del mundo está en ti,

en un lugar recóndito de tu cuerpo.


Quisiera descubrir tu simiente,

tu génesis.

Conocer al Dios que tuvo el acierto de crearte a su semejanza.


A no ser que seas el producto de haberte visto, a ti mismo, en un espejo

y hayas surgido de la nada que lo es todo


Si es así…

Yo quiero estar dentro de esa mágica lámina de cristal reflectora.

        Observándote.

Esperándote.




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