Si te sumerges en el mar de mi yo interno,
lo volverás dulce,
diluyendo la sal del temor
y del recelo de empezar de nuevo.
El viento cambiará su curso gracias a tu respiración.
El sol dejará de salir por el este,
para amanecer en tus ojos.
La noche será solo un parpadeo prolongado,
que descansará en el calor de tus brazos,
en un sueño liviano de amor cercano.
El frío del invierno será el pretexto
de un acercamiento más apegado,
pretexto ingenuo, de seguir a tu lado.
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